Obedecer las leyes del país

Obedecer las leyes del país

Si usted insiste, una y otra vez, sobre la necesidad del aislamiento social, el uso de los nasobucos, el cumplimiento de las medidas sanitarias o las ilegalidades con los alimentos y continúan tales irregularidades, con oídos sordos y acciones irresponsables, no queda otra acción que ser más severos con lo ya establecido.
 
Actuar en concordancia con lo señalado no solo protege contra el virus y cuida a la familia, sino aumenta la utilidad de los esfuerzos de las autoridades gubernamentales y del MINSAP, por frenar la pandemia.

No hemos inventado leyes por esa peligrosa enfermedad, ya estaban escritas, basta con acatarlas y adecuarlas a las nuevas circunstancias.

El delito es propagación de epidemia. El código penal dice: “El que infrinja las medidas o disposiciones dictadas por las autoridades sanitarias competentes, para la erradicación y control de las enfermedades transmisibles y los programas o campañas para la prevención o erradicación de enfermedades o epidemias de carácter graves y peligrosas, incurren en sanción de privación de libertad de tres meses a un año o multas de cien pesos a trescientos cuotas o ambas”.

Eso dice el código penal, pero si el castigo es mayor, debe recordarse que estamos en otra situación y se actúa en correspondencia. Se habla de superior dureza en la aplicación de lo orientado. No hace falta que propague la epidemia, basta que incumpla con lo acordado.

Díaz -Canel califica de insensibles a ese grupito que menoscaba los empeños de las mayorías y frustra, con su conducta irresponsable, los ahíncos de toda la Nación.

Entre esos indisciplinados están los culpables de alargar la duración del padecimiento y escoger, en el modelo matemático hecho en la Universidad de La Habana, la curva menos favorable. El Presidente cubano llama a aplicar mayor rigor con el no acatamiento.

Reflexionemos juntos con Francisco de Miranda, político venezolano: “El verdadero carácter de un patriota consiste en ser obediente a las leyes de su país y miembro útil de la sociedad a la que pertenece.” Y con Montesquieu, filósofo francés: “Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa”.
Hilda Pupo Salazar